jueves, 7 de febrero de 2008

Una de Perros

Hoy les dejo una historia de un amigo de un amigo, que no es su amigo.

Que salía de su trabajo alegre, después de tener una semana de mucha presión y con dinero suficiente para el siguiente fin de semana. Ósea, bien chingón.

Se dirigía alegremente a su domicilio hambriento y adivinando cual seria el menú que le tocaría en la cena. Olfateando, percibiendo a adivinar cual seria su sorpresa gastronomica después de abrir la puerta de su casa.

El único olor que recibiría era…el de ¡¡azufre!!

¡¡Hay olor azufre!!

Proclamo con voz de último camionero en ruta.

Así que su esposa le dice:

-El perro se enveneno, y esta vomitando todo el apartamento. Se metió a tu habitación para morirse. Por que ningún taxista quiso llevarme con el perro en esas condiciones.

-¿Y como que paso?

Le respondió.

-Nada, nada. Salio conmigo se me escapo y cuando apareció, tal como lo vez.

El pobre animalito pequeñito estaba aventando espuma incesantemente por el hocico, convulsionando y con un raro temblor en la piel.

Se levantaba como podía, con un gran esfuerzo y le miró con una expresión de:

-Amo sálvame. No me dejes morir así…

Bueno lógicamente fue de emergencia al veterinario el cual este le dijo:

-¿Envenenado?

¡¡Envenenadísimo!! Con raticida. Acto después ordeno a su enfermera que lo sedara y le puso un suero al pobre perro, dejándole como coladera con ocho piquetes.

Pero lo salvo el veterinario.

Se lo entrego vivo.

Y adiós a la mitad del dinero que con tanto trabajo y disgusto, se perdió en una tarde de un fin de semana en este extraño mundo al que pertenecemos.

PD:

Pero tiene al perro. ¡Que felicidad!






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