Como han de saber ya estamos en los festejos de día de muertos aquí en México. Inician entre el 28 y terminan como el 2 de noviembre, donde nuestra creencia es que los muertos regresan, nos preparamos con altares de ofrendas y cosas que el difuntito apreciaba en esta vida terrenal.
Lo de la ofrenda es un ofrecimiento de atención por los servicios del difunto. Es el sitio sagrado donde los vivos recuerdan y siguen viviendo en su corazón esa presencia del ser que partió al mas allá.
Estas ofrendas son colocadas en nuestras casas en algún lugar sobre mesas o repisas de la sala. Se cubre con manteles de tela, papel de china picada o según tradición de algún estado de la república, los adornan con diferentes cosas como calaveritas de azúcar con su nombre, hojas de plátano, flores de cempasúchil, y un largo etc.
Se colocan veladoras, frutas y comida del difuntito que tanto apreciaba. Si en su caso es un niño, se colocan juguetes dulces y hasta ropa del niño.
También se colocan imágenes de santos, vírgenes de Guadalupe y cristos. Los altares son el lugar familiar en donde la familia seguirá presenciando el alma donde año con año llevara ese recuerdo con olores y sabores.
Visitando el panteón es costumbre llevar coronas creadas meses atrás o compradas por personas que fabrican dichas coronas de papel de china. En otros estados tratan de personalizar al gusto del difunto su tumba. Si fue un empedernido americanista futbolero, hasta la portería de ese famoso gol es tuneada la tumba.
Es tradición ir en familia al panteón y llevar su corona, limpiar la tumba y dejar en orden el lugar. Llevarle mariachi o banda o música preferida en una grabadora; cantarle frente a la tumba, desayunar, comer y hasta dormir y pasar en vela esperando la venida del alma de nuestro difunto familiar.
Es nuestra tradición, es nuestra cultura y nuestra forma de vivir, disfrútenla.