Hoy les cuento una historia de un amigo de un amigo, que no es su amigo.Resulta ser que le contó la mamá de ese amigo, que su hijo después de darse cuenta, que a lo largo de su vida de 12 años de su existencia, era mejor bañarse todos los días. Entonces el muchacho, se convirtió en un excesivo.
(Se paso de muy sucio, a muy aseado).
Un niño que entra y entra al baño, que solo le falta brillar como comercial limpiador de pisos.
Pues deja un baño sucio y lleno de cosas que aparte de no limpiar, la mamá espera al niño para terminar de lavar el baño.
Uno de esos días de compras, la mamá se da cuenta de un nuevo producto limpiador para lustrar metales. Era un frasco muy bonito con un formato diferente y transparente, que en su interior tenía una sustancia cremosa de un color divino que llamaba la atención.
Olfateo su fragancia y era exquisita,
Dijo entre si:
-¡Lo compro! ¡Lo compro!!
La mamá conmovida por tal compra, pensó en usar como prueba con la grifería del baño.
Así que lo hizo.
El baño quedo precioso.
Todo era divino, el niño que se aseaba a diario y la madre que limpiaba el baño.
No se sabia que era mas reluciente, el niño o el baño.
Todo un Yin-Yan, la dualidad propia, quedando como esos comerciales relindos que pasan en la TV sobre limpieza, pura felicidad chíngao!
Cuestión que uno de eso días de felicidad y dicha en el que ella estaba admirando en todo su esplendor de reluciente su baño, entra su hijo al baño.
Y el dijo:
-Ma. Me tengo que bañar.
Y le contesto su mamá:
-Pero chiquito, acabo de bañar el baño mira…
El hijo:
-Si, Pero transpire y mira como ando lleno de sudor, tengo que bañarme de nuevo.
Insistiendo la madre:
-Pero acabo de lavar el baño, mi vida, déjame disfrutar un rato como esta de limpio.
Y le contesta el hijo:
- Pero faltaba más madre. Quien tiene que verse lindo y reluciente soy yo, y no el baño madre.
La madre con cara de apagame la luz que ya me voy a dormir, se fue desconsolada a seguir buscando otra actividad que hacer mientras su hijo terminaba de bañarse.
Entonces sorpresivamente recordó que había dejado en el baño.
¡El milagroso producto limpiador de metales!
Así que corrió avisarle al chamaco, y cuando llego a la puerta del baño se escucho un fuerte grito aterrador.
Un grito escalofriante acompañado de unas cuantas palabras altisonantes llenas de odio y desesperación.
-¡Hijo de su…p,la madre que la p….chigatú que feo , pinche madr…quien jijos de la chín..dejo esta ma…p..a aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah que feo duele. Aaaaaaaaaaaah!!!!!!!
Así que se pregunto:
-¿Y mi precioso pelo? ¿Dónde quedó?
¡La canija idea quien invento eso!
La madre nerviosa y alterada por los gritos de su hijo, llega y habré la puerta del baño y lo que mira es…
Un baño sucio y un niño llorando a más no poder, con su producto limpiador entre sus manos y gritando aterrados por tal evento.
Y todo esto pasaba, en este mundo al que pertenecemos.
(Después les cuento la trayectoria del niño al hospital)