sábado, 24 de septiembre de 2011

La Historia de un Padre


Había una vez un padre divorciado, al que por una letra, por una simple consonante, pasó a ser un ciudadano de segunda categoría. 

Varón se encasilló automáticamente en un ente de denuncia social y crédulo al anonimato. Encarcelado; autónomo que no ganaba lo que quiere, si no lo que puede. 

Cuando estaba casado eso se entendía y ese mes se apretaba el cinturón. Cuando se daba bien, pues algún extra caía. Pero ahora no. Sea buen mes o mal mes, se dé como se dé, tenia la espada de Damocles sobre su cabeza.

Aquel hombre sólo puede educar los fines de semana alternos y de alguna perdida entre meriendas y deberes, un par de días laborales, de entre semana. Para el todo lo que se diga o lo que se haga será escrutado milimétricamente y podrá ser usado en su persona, donde sea o cuando sea.

Aquí es donde empieza la historia, con una mano delante y la otra detrás, empezará de cero. Por que todo lo que se compró con su sueldo, trabajado las horas que hiciera falta, se queda en la casa. 

En esa casa. Nada fue de él, solo sus pertenecías. E intentó encontrar una nueva casa digna, no con su madre, ni con amigos. Solo él, nada mas que él. Subsistirá con su trabajo que por fuerza lo ha de dejar esas tardes libres, y convertirlas en hogar con un sitio nuevo, desconocido y vació.

Y un día se enteró de sus derechos. Ninguno. Alguien decide por el, que escuela irán los niños, si necesitan ir al doctor, hablarán con el profesor de turno que a el no lo conocerán, las notas las sabrá si se las cuentan. Así que ya no es nadie. Y como no decide, cada temporada recibe una nota de gastos. De gastos extraordinarios que tiene que pagar aunque no este de acuerdo con ellos. Sobre su vida y sus necesidades… simplemente, cotiza.

Se cuenta, que hay padres desleales e incluso peligrosos. Y si el digiera que todas las mujeres son putas porque existen las prostitutas, lo lapidarían. 

Si expusiera que todos los inmigrantes son ladrones porque alguno hay, lo llamarían racista y lo condenarían. 

O si osara decir que los vascos son terroristas por que existe el terrorismo, sería insultado y condenado al ostracismo. 

Pero ser, el padre… cae fuera de esta regla. Como alguno hay, todos podemos ser y como más vale prevenir que curar, todos al paredón.

Así que el quiso una oportunidad para ser feliz. Pero volver a levantarse, siendo un padre divorciado, casi un apestado, es un verdadero reto.

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