Sentí una mirada vacía, y al mismo tiempo de REPROCHE, de demanda incuestionable por parte de un mendigo que se me acercó ayer a pedir limosna.
Me quedé pensando si la intrpretación que hice de esa mirada era proyección mía, o él me reclamaba y me hacía cargar con su situación.
Quedé un tanto perturbado el resto del día.
Porque, además, unas monedas no le resuelven nada.
¿Qué tan responsable soy yo de la pobreza en el mundo?
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