Había una vez un mundo donde en sus casquetes polares eran huecos y no redondos como se pensaba. Se encontraban cubiertos de vegetación abundante y estrecho y profundo aparentemente iluminada por un sol interno. habitada por un mundo parecido al nuestro lleno de vida y de un ambiente calido. En ese lugar habitado también por aves que emigraban de diferentes entidades del mundo exterior. Y donde se encontraban civilizaciones perdidas, ante las brújulas que no encuentran el norte. Sin dirección, sin rumbo. Lento y turbulento. Donde la física pertenece a un libro metódico de consulta. Y donde éramos permitidos si dejáramos de ser quien fuéramos.
Ese mundo nadie lo conoció, en el final de los tiempos. Donde se estaría preguntando por los polos. Nadie en el planeta se daría cuenta que existió y seguiría existiendo.
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